Esos pequeños canallas, gentiles buenos hombres que no han terminado por asimilar la apabullante derrota que sufrieron el pasado primero de julio y que se ofenden por los epítetos que Amlo les endilga, algunos simpáticos, otros justamente aplicados, no admiten réplica para sus ofensas y denuestos, para sus falsas noticias e insolencias contra la investidura presidencial.
Ah, esos pequeños canallas, gentiles buenos hombres, auxiliados por lo$$$ medio$$$ de comunicación corrupto$$$ exigen que el presidente ponga la otra mejilla y furiosos se mesan los cabellos y arrancan las vestiduras, exigiendo lo que ellos son incapaces de dar: Respeto.
Esos pequeños, muy pequeños mezquinos me recuerdan el viejo chiste de la época del Imperio Romano. Cuentan que en el centro de la arena del circo enterraron hasta el cuello, a un cristiano, y soltaron a un león hambriento, quien al ver a ese pobre infeliz se lanzó sobre él con la intención de devorarlo, mas resultó que el hombre esquivó una y otra vez los furiosos ataques de la fiera hambrienta hasta que, en una de tantas, logró morderlo hasta casi cercenarle los testículos. El pobre león gimió, lloró y arrastrándose penosamente se fue a refugiar hasta el otro extremo de la arena. Encolerizada, la gente que llenaba el Coliseo Romano, empezó a gritar:
¡Buuu, buuu, buuu!, ¡fuera, fuera, fuera! Pelea limpio, cerdo cristiano.
Así es: ¡Buuu, buuu, buuu!, ¡fuera, fuera, fuera! ¡Pelea limpio, Amlo, pelea limpio!
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